En abril de 2007, Boca debía ganar por al menos tres goles a Bolívar en la última fecha de la fase grupal para clasificar, y respondió con un tremendo 7-0. Ahora, frente a Auckland City, la ecuación es aún más exigente: Russo confirmó que necesitan ganar por una diferencia de *siete u ocho goles*, y además esperar que Bayern derrote o empate con Benfica?. El técnico no oculta la comparativa histórica: se vale del recuerdo épico para alimentar el espíritu del equipo. Confía en que, si Boca se conecta, encuentra la cuota de creatividad con jugadores como Palacios o Merentiel y emerge con la agresividad de aquel equipo “milagroso”, la afición de Miami —y potencialmente la de Nashville— terminará explotando como en 2007.   Zona de Gol lo interpreta Russo quiere una noche histórica. No basta con ganarle a un rival eliminado: Boca debe escribir una goleada con aroma épico, que le dé vida y le permita seguir soñando. Los fantasmas del pasado son su aliento: si funcionó en la Libertadores, por qué no en el Mundial. Pero el plan incluye un factor externo: *Bayern debe hacer su parte*. Nada fácil. La apuesta de Russo convierte al partido en una final imperfecta: el rival real es Auckland, pero el resultado pasa también por Alemania.